Quemando el primer mes del 2009

Mi niña mayor, Alazne, cumple años en pocos días. La quiero preparar una fiesta.
Su regalo ya está comprado desde hace tiempo, creo que le va a encantar.
Le gustará más que el color del que se le han quedado sus pequeños muslitos por culpa de unas medias negras (y eso que estaba envuelta en film de cocina para evitarlo), me siento un poco mala madre, cuando tenga tiempo y haya sol tendré que intentar remediarlo.



La madrina de Alazne lo está pasando mal, es lo que tienen las rupturas sentimentales. Me he especializado en ser la “consejera” de todas cuando se dan estos casos. No es que tenga muchas experiencias de ese tipo, solo una, pero creo que quizás admiran la manera en la que lo lleve, como pareció afectarme pero no tanto como se podría imaginar.
Hay cosas que no suelo contar, como que mi gran descalabro amoroso quizás fue lo mejor que me podía pasar en la vida en esas circunstancias en las que me encontraba, y eso no lo he visto con el tiempo, eso lo vi muy poco después de que me dejaran.
Antes contaba más lo que me marcó una asignatura de la Uned que hablaba de las relaciones entre las personas, era la época en la que vivía bien, salía pronto e iba a clase. La mujer me despertaba una gran admiración, su manera de explicar las cosas, lo bien que me vinieron esas clases los jueves (creo que eran los jueves) después de comer me hacen recordarla con más admiración aún.
Pero fue entonces allí donde lo empecé a ver todo claro.
El amor no existe.

Ahora unos años después, ni estoy estudiando, ni estoy enamorada ni creo que pueda estarlo jamás.
Y ahora tengo que soportar burlas de mis amigas (burlas en las que, todo sea dicho, participo activamente yo, por que si de lo que más me gusta en esta vida es “reírme” de la gente, reírme de mi misma es aún un placer mayor), y yo solo me repito “y como coño vas a salir de este berenjenal”.

Menos mal que ellas me crecen bien!!!